jueves, 16 de octubre de 2008

Vida después de la vida.




































La recuperación de la memoria histórica
Garzón atribuye a Franco un plan de exterminio sistemático de los 'rojos'
El juez se declara competente para investigar la insurrección contra la República, aunque cederá el caso cuando le informen de que los jefes rebeldes están muertos








El juez Baltasar Garzón pasó ayer a la historia al ser el primer magistrado español que ha atribuido al dictador Francisco Franco y a otros 34 jefes que dirigieron la rebelión contra el régimen legalmente constituido de la República la puesta en marcha de un plan de exterminio sistemático de sus oponentes políticos y de una represión que acabó con al menos 114.266 personas desaparecidas, de las que no se ha dado razón de su paradero, y que a su juicio constituye un contexto de crímenes contra la humanidad.....



....Ese delito es conexo con el de las desapariciones y el juez considera responsable del mismo a Franco y otros 34 generales y ministros.
Son muchos, muchísimos, a los abuelos de tantos españoles, que les hubiera gustado enseñar una foto a sus nietos, aunque fuese con la cartilla de racionamiento o haciendo cola para tener un trozo de pan de centeno duro que mojar con agua y manchar con aceite de una lata de sardinas.
Incluso, una, de su estancia en la cárcel, acusados de traidores a la patria, pues hoy más o menos entrados en años, habrían vivido.
No fue así, un enano gordinflón y su cuartel general de ultra-fascistas les descabello su vida, matándolos vilmente, y no conformándose con eso los enterró en viles cunetas anónimas, que hacen que su vida después de la vida, no exista dentro de los cánones de la dignidad humana.
Voy caminando por el campo en mi pueblo, miro a todos los lados, poso los pies con cautela, pues aún creo oír los gritos de muchos que piden un entierro y una honra justa, eso desde hace tantos años que algunos tramos casi son lugar de culto.
A esto lo acompañan algunas imágenes de aquellos guardias civiles que se llevaron a mi padre cuando yo tenía cuatro años, a acusarle de no se que, y de aquella imagen sentado en un calabozo, frío, húmedo y negro, con las manos cruzadas o dando tumbos en la celda, marcando las paredes, a modo de rodillo, para quitarse la desesperación que se le iba incrustando en el cuerpo.
Y también veo al que fue alcalde por entonces, viejo, arrugado, viviendo, y que intenta saludarme y yo no puedo más que tragar saliva y gritar para dentro.
Mi padre volvió en unos días a casa, pero muchos no volvieron, pueblos enteros al lado del mio fueron pasados por las armas, por ser minero y republicanos, aún veo la sombra de los recuerdos de sus viudas lamentando aquellas ausencias. A muchos no los encontraron, ni con los perro olfateadores, ni con los indicios de fosas, nada ni rastro.
Se podría seguir ignorando esta infamia, cuando aún tanto hijos y nietos de aquellos represores, van chequera en mano, viviendo de aquel trabajo tan bien pagado.
Dudo de que la historia que se escribe a si misma no les de un mordisco con la misma ansia con la que comían aquel pan de centeno las viudas y huérfanos de una nación pasada por las armas.
Buen viaje, Garzón y gracias.


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