miércoles, 2 de julio de 2008

Ciudades fotocopia
















Son las calles más genuinas, el emblema y la carta de presentación internacional de una gran ciudad. La Gran Vía y la Castellana de Madrid, el paseo de Gràcia de Barcelona, la avenida de los Campos Elíseos de París, Oxford Street en Londres, Kurfürtendamm o Friedrichstrasse en Berlín...
Metros cuadrados de oro
Las omnipresentes firmas de moda

Con el turismo, las firmas hoteleras pugnan por el casco urbano
Las franquicias siempre tienen las de ganar frente a lo tradicional
Se trata de las grandes avenidas repletas de turistas y codiciadas por grandes cadenas hoteleras e imperios textiles de implantación mundial. Diferentes calles con los mismos escaparates, los mismos rótulos. Ciudades donde ha dejado de bombear el latido productivo e industrial para dejar paso al ocio. ¿Se están convirtiendo las grandes urbes europeas en clones? ¿Su vocación turística las está empobreciendo?
Las chimeneas de los recintos fabriles abandonaron las capitales a mediados del siglo pasado para desplazarse a sus áreas metropolitanas. El corazón de las ciudades quedó reservado a las grandes sedes corporativas y sus centros de producción. Pero el boom inmobiliario español aceleró los cambios de uso de las principales calles.

el país 02-07-08



Las ciudades son la mimesis parciales de los hormigueros tradicionales.

Estoy de suerte, pues vivo en una de las zonas del centro de Madrid donde no ha habido grandes cambios en el decorado a ras de calle.



Excepto algunas tiendas de chinos que sustituyen a los comercios familiares o los bares y restaurantes que han mutado en turcos, todo permanece invariable. Es como un pequeño microclima que conserva el barrio de las Letras.



Pero esto dura muy poco, recorridas unas manzanas, todo es igual, con los mismos logotipos, idénticos escaparates, edificios absorbidos por grandes corporaciones, con las fachadas invadidas de nombres que aparecen en todas las promociones turísticas de las grandes y medianas ciudades del mundo.



Mi sedentarismo quizás se deba a que en los últimos desplazamientos , excepto algunas isletas históricas, he visto en las grandes ciudades europeas lo mismo, con los mismos horarios, las mismas pegatinas, la misma gente homogeneizada en las costumbres, no hay saltimbanquis propios de una zona u otra, todos son mimos de la gran pantalla o de la moda que se cuelan de la caja tonta a la calle peatonal.



La cultura que es viajar, subir y bajar de autobuses, ver exposiciones en serie, comer en selft service, es un panel repetido. Los lugares donde se concentran los viajes, son iguales al anterior estado de donde vengo, luz, marcos, visionado, colas, cámaras digitales, grupos educativos y viajes organizados, precios abusivos, postales.


Comida envasada, hamburguesas y ensaladas gemelas; envoltorios y bolsas idénticas, flores y jardines, coches y autobuses todo es una repetición, caras y caras semejantes, pantalones cortos, licras, mochilas, mapas, oficinas de información, etc.


Y hoteles, muchos hoteles y hotelitos muy monos y cómodos, pero sin peculiaridades, invadiendo aquellos edificios que hicieron las ciudades únicas, por su manera de entender las características vitales en cada país, si llueve más, hace más frío, corre aire, hace más sol, sus árboles, las sombras, etc.


Prisas, parkings, humos, ruidos, fealdad identificada como progreso y ketchup.



Y si intentas distender el tiempo en el viaje, rápidamente te empujan para que pase el siguiente, que en breve orientara el GPS.


Cada vez cierro más los ojos y visiono los charcos, las acequias, los emjambres de abejas, los perros corriendo, el ruido del aire. En fin, psicoterapias alternativas a las ciudades clónicas.


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