lunes, 21 de julio de 2008

Vacaciones demócratas
















La democracia liberal tiene a su disposición una bella historia, que se repite a si misma en todas las lenguas: una historia de libertad y de progreso, de horizontes infinitos de retos a superar y de individuos, grupos y sociedades enteras aspirando a un mundo mejor. Esta retórica común del ‘futuro radiante’ casa mal con el aquí y el ahora desde el que se escribe, el de una comunidad política desordenada, con divisiones ideológicas y partidistas que no parecen sino intensificarse y con un estado de ruido y confusión—la famosa ‘crispación’—que amenaza con romperse en mil pedazos. ¿Por qué esta especie de desorden bipolar entre la autocomplacencia y la exasperación en un mundo al que definimos como demócrata y liberal? ....


...Existe una amplia discusión en marcha sobre las causas del malestar y la desafección de los
ciudadanos ante las instituciones democráticas y su funcionamiento real. Entre estas posibles
causas se mencionan factores externos, como el fin de la política de bloques y la consiguiente
pérdida de peso de las diferencias ideológicas, el efecto trivializador y deslegitimador de la
política de los medios audiovisuales al buscar el entretenimiento de la audiencia, la pérdida
por los partidos de su papel como fuentes de información política a causa del auge de los
medios audiovisuales y la elevación del nivel educativo, o la disolución de las culturas
partidarias como consecuencia del cambio social. Pero también, inevitablemente, se han
mencionado cambios en el propio funcionamiento de la política democrática, desde la pérdida
de la función deliberativa de los parlamentos, y otras formas de déficit democrático, hasta el
alejamiento creciente de los políticos respecto a las preocupaciones y problemas sociales.


...La presente ola de globalización tiene como rasgo diferencial la movilidad de capitales sin
controles ni barreras, y la consiguiente capacidad de los mercados para sancionar las políticas
de los gobiernos nacionales. Los ciudadanos sienten así que sus prioridades no llegan a verse
satisfechas, incluso si los gobiernos se esfuerzan por hacerlo, en la medida en que el empleo o
la protección social dependen de movimientos de capital que no guardan necesariamente una
relación clara con la situación de la economía real. Los gobiernos pueden elegir políticas muy
distintas, incluso tratando de alcanzar objetivos comunes más allá de las diferencias de orden
ideológico entre los distintos partidos. Pero los mercados ponen límites a la efectividad de
estas políticas, y pueden fácilmente revertir sus efectos.




...El ideal de una ciudadanía plena y responsable, que reclame su propio ámbito, su oxígeno, más allá de los intereses políticos y económicos del momento, está prácticamente huérfano de voz en el panorama español que conocemos.
Por otra parte, sin grupos mediáticos establecidos que oxigenen, también es preciso resaltar todo lo que conlleva el elemento cultural mencionado. Desamparo cultural es lo que se percibe cuando uno asiste atónito a cómo desde las instancias de poder se fijan unos marcos de referencia y unas simbologías arteras y profundamente interesadas.
Por todo ello resultaba refrescante leer el otro día el gran éxito que ha cosechado “
The Politico”, un nuevo medio especializado surgido en los EEUU.
La página web lanzada hace un año y medio por una serie de periodistas con ánimo de escribir con mayor independencia se ha hecho un hueco –el único sin vinculación con un gran grupo– en el ranking de las páginas de información más visitadas.


Nos vamos de vacaciones pagadas, con la idea de que pronto dejaran de serlo.

Debido al conformismo con que hemos asumido la posibilidad de trabajar más allá de 40 horas semanales, jubilaciones hasta los 7o, exigencias de dividir las vacaciones, horarios de 12 y 14 horas diarias, esta a punto de producirse un hecho como es el que los fines de semana contabilicen como vacaciones y nos quedemos sin las de verdad.
La crisis nos tipifica y exige sacrificio para continuar siendo elementos del estado, pero sin tomarnos en cuenta como colectivo o colectivos con unas exigencias que dan legitimidad a nuestras propuestas, que son muchas.
Los movimientos cívicos que iniciaron alguna trayectoria relevante no han sido ni siquiera valorados por la historia de manera intrínseca, desde la reivindicación del voto femenino o los derechos laborales capados durante el frasquisto, ahora endebles pero recuperados.
Lo que hoy se nos ofrece, manifiesto de la lengua o reivindicaciones de internautas solo gozan de encabezamientos puntuales de sociólogos, filósofos o teóricos que basculan su análisis.
En el ejercicio de la democracia no debemos ser conformistas, aunque nos parezca que estamos equivocados, si percibes que podrían tener más vertientes nuestros derechos, reclámalos y así está, en la discusión, crecerá.
No todo vale, pero aquello que respira vive y ahora tenemos agonizando alrededor algunas normas, aunque nazcan otra nuevas y positivas, que nos siguen dando la razón cívica.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola.
He leído tu artículo y es evidente que por tu cabeza pasan lo que por la mayoría nunca pasará.
Me gustaría que leyeses mi última entrada del blog. Que escribas tu opinión.
Me gustaría leer las ideas que puedan aportar la gente profesional.
La entrada se llama; La Biblioteca Insular (II).
www.molestoluegoexisto.blogspot.com
Saludos

Carlos dijo...

Estamos siendo cercados por unos contenidos que restan importancia la individualidad de pensamiento, creando uniformidades, como ese afán por dar prioridad al inglés, un idioma,como otros sólo imprescindible para entendernos, pero que es un sustrato para la uniformidad y el manejo de las corporaciones, trusts, y demás familias poderosas. Los idiomas para leer la literatura en su idioma original, como mucho, y ni eso, si pensamos que hay muy buenos traductores.
Me he fabricado un mundo justo dentro de mi cas, porqué los que me rodea es ávro, inhumano e injusto, y bastante iletrado.
un saludo