jueves, 5 de junio de 2008

40 años no es nada.











Cuando RFK decidió postularse para la presidencia, en el invierno de 1968, lo hizo inicialmente contra la opinión de su padre y de su hermano Ted, traumatizados por la muerte de John. Jackie, la viuda del asesinado presidente, le dijo a su cuñado: "Te matarán". Montó su campaña presidencial sobre un fin de la guerra, lo mismo que Obama ahora con Irak. Pero Robert fue más lejos en su transmutación en un político liberal. Se subió a la ola de la contracultura emergente con los hippies en pleno florecimiento, la cultura beatnik, la poesía de Allan Ginsberg, los profesores ultraliberales, los Rolling, los Beatles... Se convirtió en el político disidente, se dejó el pelo largo y llegó a afirmar que "si no hubiera nacido Kennedy sería un revolucionario". Prometió resolver los problemas raciales haciendo constantes guiños a los negros, Acudió a los guetos urbanos. Abrazó también la causa de los chicanos y cultivó sin medida el voto judío. Alrededor de ese movimiento antiguerra y contracultural se formó una coalición del desencanto que Robert intentó conducir y a la que quiso sumar la clase media blanca. Sin embargo, ésta comenzó a temer su candidatura como demasiado "amante de los negros".
el país 06-06-08
Esta vez, más que nunca, las fotografías y la memoria me apoyan para describir 40 años de mi vida. No se si era junio o agosto, pero recuerdo la noticia que nos daba mi abuela, gran adicta a la radio, única herencia en común, ah sí la sonrisa también.
Hasta un año después, ocasionalmente vi la primera imagen en televisión, también por estas fechas: la llegada del hombre a la luna.
Algunos en la luna y yo allí sentado, aquello se me quedo grabado.
Esa fue la constante, todo nos llego tarde, la literatura, la comida, el cariño, la solidaridad, la música, la contracorriente...
Cogimos el hilo de las noticias veinte años después, y tuvimos que convertir esos veinte años siguientes en cuarenta, atropellando toda la información, lo que eso supone de falta de criterio y exposición al fracaso.
Leímos, visionamos cineclub, recorrimos las aras de lo que fue leyenda, y se nos ha pasado el tiempo entre oposición y oposición, entre proyecto y adelanto, con una mano en el ordenador y la otra parando la bofetadas.
Fuimos ágiles, pero las bambalinas nos hicieron de parapeto, y cuando creíamos en el mundo, se cerro el telón, eso si con nuestro consentimiento.
Una cosa que nunca hice fue escupir hacia arriba, siempre guardaba los mocos en mi pañuelo y me lo llevaba a casa.
Ahora amamos un día, y desamamos dos, comemos con los ojos, decimos se decir, y el humo de los cigarros es lo que materialmente más cerca tenemos, y se diluye.
Pero he descubierto este apasionamiento en dos o tres personas que acaban de cumplir los veinte años. Y eso me tranquiliza.
Me he fijado, no llevan reloj de pulsera.

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