martes, 17 de junio de 2008

El libro que pesa.







"Del azar de lo que leemos, dice Elías Canetti, depende lo que somos", escribe Winkler....






"Lo más importante es encontrar tu propia voz", dice. Antes se ha referido a la infancia como el lugar en el que hay que buscar las experiencias que configuran la propia mirada. "Fui monaguillo durante seis o siete años en un pequeño pueblo católico de labriegos del sur de Austria, en la Carintia. La Iglesia me educó en el temor. Nos contaron que los ángeles llevaban un minucioso registro de cuanto hacíamos y pensábamos, de cuanto soñábamos y sentíamos. El día del Juicio Final se abriría ese libro en el cielo y seríamos condenados, según lo que estuviera apuntado, al fuego eterno del infierno".
"Nos contaron todo esto y crecimos con esos miedos, pero también descubrimos que aquello no era verdad", añade Winkler. "Pudimos ver lo que había detrás y comprobamos que esos ángeles que parecían de oro estaban vacíos. Ni lengua, ni corazón, ni entrañas, ni pulmones. Pura fachada, un gran fraude".
El dolor, la muerte, el pecado, el mal, el suicidio, la penitencia, la sangre, la podredumbre, la atmósfera tétrica de las sacristías y las iglesias, los oscuros rituales: las marcas inconfundibles del catolicismo más cerrado constituyen la columna vertebral de esta novela de Winkler. "No lo hice como una venganza, pero devolví el daño que me hicieron como una inmensa blasfemia".
Es inevitable, frente a ese panorama....






"No es una especialidad austriaca", dice Winkler, "pudo haber ocurrido en Baviera o en un pueblo de la España profunda".


el país 17-06-08


Es inevitable para una generación que mamó durante tantos años y no solo de la teta materna, y en el antes previo, la machacona doctrina del miedo desde el púlpito, sentirnos como bacheados. Pues constantemente ante una expresión, un dicho relacionado con nuestro pasado católico, hemos de blanquear el sepulcro, y abrir el paquete de la racionalidad para utilizar un lenguaje menos castrante.
Destapar la verdad de la mano de la literatura o de la filosofía existencialista, no fue fácil, pues la manera de absorber toda la información te volvía a colocar en el extremo opuesto de adoctrinamiento.
Y a la vez surge, al lado, una tía Testigo de Jehová, yo que buscaba por los 13 años resultados de espectros y respuestas de cariño y maternidad, encontré una pira de mis libros, además de un abandono, y vino Julio Verne, Herman Hesse, Folquie.
Bueno, paso a paso hasta hoy, confeccione mi cadena genética con letras y criterios, en busca de la lucidez.
En broma digo muy alto, a los jóvenes conocidos: " No sabes que es malo leer"
En ese segundo tengo la necesidad de ser pedante.
¡Bórralo, bachéalo, .....píntalo!
Pero ellos aun siguen: " A dios rogando, y con el mazo dando".
Condenados idolatras.



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