sábado, 28 de junio de 2008

Cospiranoia Cospedal











El PP vuelve a hablar del 11-M. Caras nuevas, viejo contenido. Así se podría definir la declaración de ayer de María Dolores de Cospedal, quien en la Cadena Cope defendía que su partido deseaba saber la verdad sobre los atentados terroristas de 2004.
Fue como revivir de golpe la legislatura anterior y como si regresaran de nuevo las voces de Acebes y Zaplana. La secretaria general del PP señaló que vivió aquel momento muy de cerca porque era subsecretaria del Ministerio de Interior, y se remitió al fallo del tribunal del 11-M para valorar los hechos: Tenemos un juicio sobre los autores materiales en el que la sentencia dice que no queda probado que las personas acusadas fueran los autores intelectuales. Eso es así de claro. Por lo tanto, parece que seguimos sin saber cuáles fueron los autores intelectuales.
público 28-06-08

Lolita Cospedal se resiste a creer que D. Alonso Quijano no existió, y sus razones tiene, pues muchos comen de la ficticia vida ,que como autor intelectual situó en territorio manchego
D. Miguel Cervantes.

Ella también come de la mano del autor intelectual de las FAES, como le iba a fallar, si están apostando por prepararle una cama más mullidita al sr. Rajoy lejos de Genova, utilizando la misma maquina de rayos uva que Acebes, hasta el discursito tiene cierto tono moreno.

Quien se pensaba que la cospiranoia había pasado, es que no escucharon atentamente sus discursos congresuales.

Corte y confección de solipsismo de la cepa de la sección femenina.


Nunca la derecha estuvo más cerca de la palabra intelectual, ellos que a lo largo de la historia la utilizado para perseguir, matar, encarcelar o exiliar, ahora se enredan a la búsqueda de la intelectualidad del 11-M. Capciosos.

La yihab del PP esta en la mesa de la COPE.
Definiciones:

Todo reo condenado como autor material de un delito es a la vez su autor intelectual. Si no, sería absuelto por haber actuado con ignorancia o privado de razón. Cuando se habla por separado de los autores intelectuales, se hace una referencia vulgar a quienes, por defecto, intervienen en un hecho delictivo sin ser sus ejecutores materiales. Esta intervención no material puede adoptar diversas formas previstas en el Código Penal (provocación, proposición, inducción, etc.), pero ninguna de ellas es imprescindible para la comprensión de un hecho delictivo, ni mucho menos para enjuiciar y condenar a sus autores materiales cuando actúen de manera consciente y voluntaria.
Gonzalo Martínez Fresneda. La cronica judicial.

La conspiranoia es un dulce consuelo que sustituye a la religión, proporcionando un sentido al absurdo de la existencia. Achacando las catástrofes, los reveses de la fortuna, las maldades y los golpes del azar a una inteligencia maligna podemos al menos consolarnos en pensar que lo que ocurre es lógico y tiene un propósito, aunque sea malvado. Lo verdaderamente impensable es que las atrocidades sean tan sólo eso, sucedidos carentes de razón, aleatorias jugadas de una baraja que no obedece a regla alguna. Nuestro cerebro, diseñado por la evolución para extraer sentido (para crear leyes del caos), abomina del vacío lógico, en especial ante un enorme drama humano. ¿Cómo contemplar la muerte de un ser querido como un resultado del frío azar? De alguna manera retorcida culpar a alguien consuela a los supervivientes al convertir a las víctimas en héroes de una guerra no declarada; en mártires de una causa misteriosa pero vital. Si de paso podemos achacar nuestra mala suerte al enemigo de nuestra predilección no sólo aumentaremos nuestra estatura, al recrecer la suya, sino que le difamaremos, justificando así nuestro odio preexistente. El enemigo es poderoso, casi omnipotente, y me odia. La paranoia no es más que una forma de egotismo: vienen a por MÍ (luego soy una amenaza para un enemigo omnipotente). La conspiranoia así explica el universo, justifica nuestras manías y nos ensalza, proporcionando consuelo, razón y vanidad. ¿Extraña que sea irresistible?

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